El Índice de Masa Corporal (IMC) o el Índice Cintura-Cadera (ICC) son dos parámetros que nos pueden ayudar a detectar si tenemos sobrepeso u obesidad. Aunque ambos conceptos hacen referencia a una acumulación excesiva de grasa, son varios los rasgos que los diferencian.
“Una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede ser perjudicial para la salud”. Esta es la definición de sobrepeso y obesidad, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque se tratan de dos conceptos que comparten significado, son varios los aspectos que llevan a distinguir uno del otro. El Índice de Masa Corporal (IMC) es una de las herramientas con las que contamos que ayudan a diferenciarlos.
Riesgos de padecer obesidad o sobrepeso
"El exceso de peso aumenta la probabilidad de numerosas enfermedades que están vinculadas a una mayor mortalidad. Se incluyen, entre otras, la diabetes tipo 2, las patologías cardiovasculares, la enfermedad renal crónica, la hiperlipidemia, la hipertensión, la enfermedad del hígado graso no alcohólico, trece tipos de cáncer, la apnea obstructiva del sueño, la osteoartritis y la depresión", enumera Flores.
Tanto las personas con sobrepeso como con obesidad están expuestas a sufrir las distintas comorbilidades asociadas. “Sin embargo, dentro de esta relación se deberá tomar en cuenta la variabilidad individual (estilo de vida, alimentación y hábitos), así como la predisposición genética”, declara Peinado.
Teniendo en cuenta esto, la dietista alude a diferentes hormonas involucradas en distintos procesos metabólicos que pueden estar desreguladas, lo que afecta en mayor medida a la acumulación de grasa corporal. Entre otras, hablamos de la leptina, el cortisol, los estrógenos, los andrógenos o la hormona del crecimiento. Según la especialista, “este almacenamiento de grasa excesiva conduce a reacciones de estrés celular, algo que lleva a la liberación de factores proinflamatorios”. Como consecuencia, todo ello acaba alterando nuestro sistema inmune.
“Parece claro que ambas patologías comportan un riesgo, aunque este será mayor en la obesidad, puesto que habrá más acúmulo de tejido adiposo y, por tanto, una mayor descompensación”, resume Peinado.
¿En qué difiere el tratamiento?
En ambos casos, se debería iniciar un tratamiento tradicional que consiste en cuidar nuestra alimentación, dejando de lado el sedentarismo y cambiando rutinas para evitar recuperar este peso a largo plazo. “Si es necesario, se iniciaría un tratamiento farmacológico de apoyo cuando existan riesgos asociados a patologías (al menos hasta que sus valores analíticos se reduzcan), como en los casos donde ya existe una diabetes, hipercolesterolemia o hipertensión de base”, señala Peinado.
El tratamiento psicológico en muchos de estos pacientes también resulta fundamental, “pues el sobrepeso y la obesidad a menudo se relacionan con el padecimiento de estrés y ansiedad o, incluso, con trastornos de la conducta alimentaria y/o adicciones”, afirma la nutricionista, quien lamenta que estas afecciones están estigmatizadas a nivel social, “produciendo problemas de autoestima y generando inseguridad y dificultad en relacionarse”.
Por último, Peinado expresa que “si incluso abarcando todos estos tipos de tratamientos el paciente necesitase más ayuda porque siga existiendo una desregulación hormonal, debería tomar en consideración un tratamiento bariátrico que le ayude a mejorar su sensación de saciedad o plenitud”.
Hábitos saludables para prevenir el sobrepeso y la obesidad
Las expertas consultadas por CuídatePlus recuerdan qué hábitos saludables debemos mantener para prevenir el sobrepeso o la obesidad:
Evitar el sedentarismo.
Realizar ejercicios de fuerza, muy recomendables para mantener nuestra masa muscular. La actividad física debe estar adaptada a las posibilidad de cada persona y practicada de forma regular. Flores sugiere "iniciar con la práctica de alguna actividad física moderada al menos 150 minutos por semana e ir incrementando gradualmente la duración hasta los 300 minutos por semana o bien variar a 150 minutos de actividad intensa aeróbica".
Llevar una alimentación variada y equilibrada. “Es de gran importancia que los macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasa saludable) estén equilibrados en cada una de nuestras comidas para que los niveles de glucosa en sangre permanezcan estables a lo largo del día. Además, debemos consumir frutas y verduras diariamente para asegurarnos un buen aporte de micronutrientes”, subraya la dietista, y agrega: “Las proteínas de alto valor biológico también son esenciales para que nuestro músculo se mantenga en un buen estado de salud, así como las grasas saludables las necesitamos para transportar las vitaminas liposolubles”.
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