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¿Qué hacer si tengo síndrome metabólico?

El síndrome metabólico es una condición compleja que conduce inexorablemente a un aumento del riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares. Se puede tratar eficazmente, pero requiere cambios radicales en el estilo de vida.



Una persona padece síndrome metabólico cuando presenta varias alteraciones que, en conjunto, aumentan el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y otros problemas graves de salud. Se calcula que en España afecta a 1 de cada 3 adultos.


El elemento principal es la obesidad, que lleva a que, de forma secundaria, se desarrollen otras complicaciones. “La primera es un aumento de lo que se denomina resistencia a la insulina”, señala Antonio Hormigo, médico de familia del Centro de Salud San Andrés-Torcal (Málaga) y portavoz de la Federación Española de Diabetes (FEDE). “También se desarrolla hipertensión y aparece la dislipemia, que es un aumento del colesterol o de los triglicéridos”.



Diagnóstico del síndrome metabólico

Según explica Jessica Ares Blanco, especialista en Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Central de Asturias (Oviedo) y portavoz de la Sociedad Española de Diabetes (SED), “a lo largo de la historia, los criterios diagnósticos han ido variando, pero desde 2009, en un intento por armonizar los criterios utilizados para definir el síndrome metabólico, la Federación Internacional de Diabetes, junto con varias organizaciones, recomienda utilizar 5 criterios”. A partir de ese momento, se considera que una persona tiene la afección cuando presenta al menos 3 de las siguientes 5 alteraciones:


  • Aumento de la circunferencia de la cintura. Los puntos de corte varían según los distintos grupos étnicos y estudios, pero generalmente se sitúan en más de 94 cm en hombres y más de 80 cm en mujeres.  

  • Triglicéridos elevados  

  • Hipercolesterolemia.  

  • Hipertensión.  

  • Glucemia (azúcar en sangre) basal elevada o diabetes tipo 2 previamente diagnosticada.


Ares señala que el síndrome metabólico está infradiagnosticado y apunta uno de los

principales motivos: “La ausencia de consenso entre organizaciones para establecer criterios diagnósticos comunes tiene como principal repercusión la escasa detección precoz”. Para cambiar esta situación, considera necesario “mejorar la educación, implementar cribados sistemáticos, adoptar guías claras y fomentar un enfoque multidisciplinario son estrategias clave para mejorar la detección y el manejo del síndrome metabólico”.


¿El síndrome metabólico se puede curar?

El incremento del tejido adiposo (graso) propio de la obesidad “produce una serie de problemas inflamatorios en cada una de las zonas y de los órganos que se pueden ver afectados”, precisa Hormigo, quien agrega que “también se alteran los procesos oxidativos”. Explicado de forma metafórica, “es como cuando dejamos un trozo de acero brillante a la intemperie”. Con el paso del tiempo, “ese acero va perdiendo primero el brillo, luego se va oxidando y al final se deteriora”. Lo mismo ocurre “dentro de nuestro organismo como consecuencia del síndrome metabólico”, que acaba afectando a la salud del corazón -con el consiguiente mayor riesgo de infarto de miocardio y otras enfermedades-, el cerebro -ictus- y otros órganos. El resultado final es un aumento del riesgo de muerte prematura

El tratamiento es fácil de enunciar: eliminar la obesidad. Para ello, es preciso actuar en tres frentes:


  • Bajar de peso.  

  • Evitar el sedentarismo realizando actividad física de forma habitual.  

  • Tratar las posibles complicaciones (diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia…).


“Lo principal es tratar la obesidad y el sedentarismo”, asevera Hormigo. “Si conseguimos que una persona elimine ese sobrepeso, el síndrome metabólico revierte”. Así se ha constatado, por ejemplo, con las intervenciones farmacológicas o mediante cirugía de reducción de estómago, que en casos de obesidad grave pueden facilitar “la pérdida de 30, 40 o los kilos necesarios en cada caso, llevando a la desaparición de todas las alteraciones metabólicas”.


Un aspecto importante es el tratamiento precoz. “Si se trata 25 años después de la aparición de la obesidad, probablemente ya habrá algún tipo de daño a nivel arterial”, señala el médico de familia. En cambio, “si ha empezado con 20 años de edad y se elimina antes de cumplir los 30, probablemente habrá poco o casi ningún daño metabólico”.


“Se debe plantear un enfoque integral que combine cambios en el estilo de vida, tratamiento médico adecuado y un seguimiento periódico”, corrobora Ares. “La adherencia a estas estrategias puede llevar a mejoras significativas en la salud y la calidad de vida e incluso revertir el síndrome”.


La endocrinóloga aboga por promover “hábitos de vida saludables desde la infancia, de cara a evitar el desarrollo de obesidad y/o sedentarismo”. En este sentido, opina que la estrategia política sanitaria “debe basarse en la prevención, evitando así el desarrollo de complicaciones asociadas a factores modificables de riesgo cardiovascular”.


En conclusión, el síndrome metabólico se puede evitar y eliminar pero, tal y como expone Hormigo, “la fortaleza del tratamiento está en el paciente”. El médico “le puede ayudar y acompañar con fármacos si son necesarios, pero la clave está en corregir el estilo de vida”.


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