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Ortorexia: signos que alertan de la obsesión por la comida sana

Las personas con ortorexia están obsesionadas por lograr una dieta saludable, hasta el punto de que buena parte de su vida gira en torno a la elección de alimentos sin conservantes ni colorantes, productos ecológicos, comida rica en vitaminas… Lo que comen no es necesariamente más sano, ya que no siempre disponen de la información correcta sobre lo qué es más recomendable desde el punto de vista nutricional. Es más, tienden a tener carencias y a poner en riesgo su salud porque se centran demasiado en unos alimentos en detrimento de otros.



Quienes sufren este trastorno de la alimentación, ¿son víctimas del bombardeo de información nutricional o su problema es un reflejo de los problemas personales que arrastran? Probablemente influyen los dos factores. Por un lado, estamos ante una patología muy relacionada con los tiempos que corren y los profesionales sanitarios que la atienden señalan que han aumentado las consultas de personas excesivamente preocupadas por el origen de los alimentos y sus componentes. Por otro, tiene que haber un caldo de cultivo para que se desarrolle. Según expone Rocío Rogriguez, psicóloga, psicoterapeuta y coordinadora asistencial en Ita Avenir (Barcelona), “esta preocupación excesiva por la comida sana se genera en múltiples ocasiones como una vía de escape emocional con la que la persona puede centrarse en algo tangible para evadirse de otras preocupaciones que se siente incapaz de gestionar”.



Perfil de las personas con ortorexia

La ortorexia afecta más a las mujeres que a los hombres. Rica señala que los afectados por este trastorno no suelen ser tan jóvenes como quienes padecen anorexia o bulimia, ya que “mantener una alimentación ortoréxica requiere de un poder adquisitivo que no tienen los adolescentes”. La comida bio y eco es, por regla general, significativamente más cara. La edad más típica de inicio se situaría entre los 20 y los 30 años.


En lo que se refiera a la personalidad, Rodríguez apunta que “suelen ser personas muy estrictas, controladoras, exigentes y con perfiles de personalidad con rasgos obsesivo-compulsivos”. La psicóloga añade que las personas que se dedican profesionalmente al deporte “también pueden formar parte de la población de riesgo, ya que en general son más sensibles al valor nutritivo de los alimentos”.


Señales de alerta de la obsesión por la alimentación saludable

Ortorexia pizza


Díaz Marsá recalca que la ortorexia “no es cuidarse ni intentar comer de forma saludable; es la obsesión, lo patológico”. En resumen, “es cuando esa obsesión por estar sano empieza a convertirse en insalubre para la salud mental”.


Estas serían las principales señales de alerta de que puede existir una relación conflictiva con la comida:


Dedicar más de tres horas al día a pensar en comer de forma saludable.


Falta de flexibilidad en la alimentación diaria.


Sensación de descontrol con la comida.


Realizar una dieta con demasiadas restricciones de alimentos.


Preocuparse más por la calidad de los alimentos que por el placer de consumirlos.


Disminución de la calidad de vida conforme aumenta la pseudocalidad de la alimentación.


Sentimiento de culpabilidad cuando se incumplen las convicciones dietéticas.


Planificación excesiva de lo que se comerá al día siguiente.


Aislamiento social provocado por el tipo de alimentación.


Es habitual que las personas con ortorexia eviten salir a comer fuera y, en general, comer alimentos que no hayan comprado ellas mismas, lo que limita mucho su vida social. Rica apunta que una cosa es “que alguien tenga una tendencia mayoritaria a alimentarse de una determinada manera (como es el caso de los vegetarianos y los veganos), motivada por sus valores o creencias”, y otra muy distinta que no tenga “la flexibilidad suficiente para que eso le permita hacer otras cosas que le apetecen, como participar en eventos sociales”.


Tratamiento de la ortorexia

El tratamiento de la ortorexia suele llevarlo a cabo un equipo multidisciplinar que incluye psicólogos, psiquiatras y dietistas-nutricionistas. “Se debe realizar psicoeducación sobre el trastorno para aumentar la conciencia de que es un problema, ya que habitualmente las personas que lo sufren tienden a minimizar los riesgos que supone”, explica Rodríguez. “Posteriormente, habrá que realizar una introducción progresiva de los diferentes tipos de alimentos acompañando a la persona en el malestar emocional que le pueda generar dar este paso y ofreciendo herramientas de afrontamiento”. Finalmente, se realizará un seguimiento “para afianzar los cambios conseguidos y estar atentos a posibles recaídas”.

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