Aproximadamente el 20% de las mujeres adultas en el mundo fuman y en Europa y América, las tasas de consumo femenino se acercan al 25%. ¿Es más difícil que dejen el hábito? ¿Por qué? Te lo contamos
En los últimos años, los datos muestran que el consumo de tabaco en mujeres ha aumentado en muchas partes del mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “aproximadamente el 20% de las mujeres adultas en el mundo fuman y en Europa y América, las tasas de consumo femenino se acercan al 25%, lo cual es alarmante si consideramos los efectos adversos del tabaco en la salud”, explica a CuídatePlus Ignacio Basurte Villamor, director médico de la Clínica López Ibor.
La edad de inicio en el consumo de tabaco suele ser durante la adolescencia, de hecho hay estudios que muestran que “muchas mujeres comienzan a fumar entre los 13 y 15 años”. ¿Las razones? Según el especialista, la mayoría de ellas empiezan a fumar “influenciadas por factores sociales, familiares y publicitarios”.
Pero, más allá de las adolescentes, también hay muchas mujeres que se inician en el hábito tabáquico de adultas. En este caso, las razones, aunque similares, varían un poco. Basurte Villamor señala “el estrés, la ansiedad, la presión social o laboral, y en algunos casos, la búsqueda de control del peso”. Además, “algunos eventos vitales estresantes, como el divorcio o la pérdida de un ser querido, pueden desencadenar el inicio del consumo de tabaco”.
En opinión de José Luis Rodrígez Hermosa, neumólogo del Hospital Universitario
Clínico San Carlos, en Madrid, “muchas mujeres se inician en el tabaquismo por un factor social pero a veces hay razones psicológicas por las que usan el tabaco como vía de escape, como un ansiolítico para aliviar los nervios o como refugio de los problemas”.
¿Qué efectos tiene el tabaco en la mujer?
A nivel psicológico, “el tabaco puede producir inicialmente una sensación de alivio del estrés y de la ansiedad debido a la nicotina, que actúa sobre el sistema de recompensa del cerebro”. Sin embargo, a largo plazo, “puede aumentar los niveles de ansiedad y depresión”. Además, añade, “la dependencia psicológica puede llevar a una percepción errónea de que el tabaco es necesario para manejar las emociones negativas”.
Diferencias entre el hombre y la mujer
En cuanto a si hay diferencias entre el hombre y la mujer, el experto señala que “existen diferencias de género en la respuesta a la nicotina ya que las mujeres suelen desarrollar dependencia a la nicotina más rápidamente que los hombres y pueden tener más dificultades para dejar de fumar debido a factores hormonales, psicológicos y sociales”. Además, ellas “pueden experimentar síntomas de abstinencia más intensos, lo que dificulta aún más el proceso de dejar de fumar”.
Según esto, las mujeres pueden tener una mayor susceptibilidad a la adicción a la nicotina ¿por qué?Por “factores biológicos y psicológicos”. “Los estudios indican que las mujeres suelen fumar por motivos distintos a los hombres, como el manejo del estrés o la regulación del peso, lo que puede hacer que la adicción sea más profunda”.
En cuanto a dejar el consumo, ellas, a menudo, “encuentran más dificultad para abandonar el tabaco debido a los síntomas de abstinencia más severos y a los factores hormonales que influyen en la dependencia”.
Además, “el aumento de peso que puede producirse al dejar de fumar tampoco ayuda para dejar el hábito, sobre todo en las mujeres”, señala Rodrígez Hermosa. Este aumento de peso se debe fundamentalmente a que “se recupera el gusto y el olfato por lo que todo sabe mejor”, informa el neumólogo. Este hecho, “puede ser una dificultad para dejar de fumar mayor en las mujeres que en los hombres”.
Cómo sustituir el “placer” del tabaco por otras cosas
Existen múltiples alternativas saludables para manejar el estrés y la ansiedad sin recurrir al tabaco. Entre ellas, Basurte Villamor destaca:
Ejercicio físico: El ejercicio regular ayuda a reducir el estrés y mejora el estado de ánimo.
Técnicas de relajación: Prácticas como el yoga, la meditación y la respiración profunda pueden ser efectivas.
Terapia psicológica: La terapia cognitivo-conductual (TCC) es particularmente útil para manejar la ansiedad y el estrés.
Apoyo social: Mantener relaciones sociales saludables y buscar apoyo en amigos y familiares.
Sustitutos de nicotina: Parches de nicotina, goma de mascar o pastillas pueden ayudar en la transición a dejar de fumar.
Por otro lado, el experto insiste en que para dejar el consumo de tabaco, es esencial seguir un enfoque estructurado y multifacético:
Motivación personal: Identificar razones personales y significativas para dejar de fumar.
Planificación: Establecer una fecha para dejar de fumar y preparar un plan de acción.
Apoyo profesional: Buscar ayuda de profesionales de la salud, como médicos y terapeutas, y considerar programas de cesación tabáquica.
Uso de sustitutos de nicotina: Utilizar productos como parches, chicles o pastillas de nicotina para reducir gradualmente la dependencia.
Terapia de conducta: Participar en terapias que ayuden a manejar los desencadenantes y las ansias de fumar.
Red de apoyo: Involucrar a amigos y familiares para recibir apoyo emocional durante el proceso.
Actividades saludables: Adoptar hábitos saludables como el ejercicio, la alimentación balanceada y técnicas de manejo del estrés.
Además, es importante considerar la patología dual, “donde el tabaquismo coexiste con otros trastornos mentales como la ansiedad y la depresión”, explica Basurte Villamor. Así, es clave, “identificar y tratar estas condiciones de manera simultánea para un tratamiento exitoso”. El enfoque integral se debe centrar, por tanto, “en tratar tanto la adicción al tabaco como cualquier trastorno mental subyacente, ofreciendo un apoyo completo y personalizado para cada paciente”, concluye.
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