Los sofocos son muy habituales durante la menopausia. Decantarse por alimentos antiinflamatorios o realizar deporte suave para relajarse son algunos de los consejos para aliviarlos o prevenirlos.
Los sofocos son uno de los síntomas que con más frecuencia experimenta la mujer durante la menopausia. “Se trata de un mecanismo de respuesta corporal que tiene lugar cuando la temperatura central alcanza su umbral superior. Esta respuesta de disipación del calor, de forma rápida y exagerada, está desencadenada por una sensación de calor intenso que provoca una vasodilatación periférica con aumento de temperatura, de flujo sanguíneo y transpiración en la piel de la cara, brazos, pecho, abdomen, espalda y piernas”, informan desde la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia (AEEM). La duración de este signo es variable, desde segundos hasta dos o tres minutos, y puede acompañarse de palpitaciones.
A pesar de que puede ocurrir en cualquier momento del día, “son más típicos por la noche (llegando a despertar a la mujer) y se hacen más intensos en verano”, señala la identidad, que añade que los desencadenantes más frecuentes de estos episodios son el estrés, el consumo elevado de alcohol y los cambios de temperatura.
Efectivamente, con la llegada del verano es habitual que la mujer note con más intensidad la sensación de calor y sudor asociada a la disfunción vasomotora, que ocurre principalmente durante las primeras cuatro horas de sueño. La humedad y el bochorno agravan este síntoma, lo que genera un impacto importante en el descanso de las mujeres y en su calidad de vida.
Aunque no se conoce con claridad la causa de este cuadro, se sabe que los estrógenos están claramente involucrados en su origen. “Sin embargo, la disminución estrogénica no explica por sí sola su aparición, ya que no se han evidenciado diferencias entre los niveles plasmáticos estrogénicos de las mujeres sintomáticas y las asintomáticas”, reconoce la AEEM.
Consejos para acabar con los sofocos de la menopausia en verano
Desde Domma, marca especializada en el tratamiento de los síntomas de la menopausia, apuntan las siguientes recomendaciones para aliviar este síntoma del climaterio:
Seguir una alimentación equilibrada e ingerir cenas ligeras para evitar las digestiones pesadas. Es importante incluir suficiente agua, frutas, proteínas y vegetales para aportar las cantidades necesarias de micro y macronutrientes. Para los sofocos y sudores nocturnos, se aconsejan alimentos antiinflamatorios, antioxidantes y con efecto estrogénico. Entre los alimentos que pueden reducir la sudoración, destacan la soja, legumbres, semillas de lino, espinacas y nueces.
En la medida de lo posible, evitar la comida ultraprocesada y los alimentos picantes, así como limitar el alcohol y la cafeína, ya que aumentan la temperatura corporal, y no fumar.
Usar sábanas y pijamas de tejidos ligeros y transpirables e, incluso, dormir desnuda si se está más fresquita. El algodón, la seda o el lino permitirán que la piel transpire mejor que otros tejidos sintéticos como el poliéster.
Hidratarse con mínimo 1,5 litros o 2 litros al día mejora la sudoración y la sensación de sofoco. Antes de acostarse, es preferible beber solo bebidas frías o frescas.
Intentar mantener un peso saludable, ya que el sobrepeso se asocia con una mayor aparición de sudores y sofocos por las noches.
Cuando no se disponga de aire acondicionado, hay que mantener las estancias lo más frescas y ventiladas posibles. Durante el día, se pueden bajar las persianas para que no entre el sol y, por la noche, intentar que haya corriente de aire por el efecto de la ventilación cruzada o dormir con un ventilador.
Refrescarse a menudo. Utilizar una toalla humedecida para secar el sudor y refrescarse por la noche puede ayudar a bajar la temperatura corporal y también a conciliar el sueño.
Deporte suave como método de relajación. En verano es recomendable optar por ejercicios más suaves, sobre todo si se practica por la tarde o al anochecer, para evitar que aumente la temperatura corporal.
No obstante, a veces seguir estas recomendaciones no será suficiente. En este sentido, una de cada cuatro mujeres presenta sofocos tan intensos que acaban repercutiendo en su calidad de vida, según la AEEM. Por eso, estas pacientes necesitan también un tratamiento farmacológico. “La elección del mismo va a variar dependiendo de las características individuales de cada mujer”, afirma la asociación, y añade: “En la actualidad, disponemos de un amplio arsenal terapéutico, tanto a nivel de dosis como de vías de administración, pudiendo elegir y combinar tratamientos orales, transdérmicos o vaginales”.
Comments