Las sustancias de abuso provocan dependencia de diversas formas. Algunas drogas lo consiguen más rápidamente y otras tardan más en generar adicción, pero cuando lo hacen atrapan a sus víctimas de forma más duradera y su abandono da lugar a un síndrome de abstinencia reforzado.
Entre las drogas más adictivas se encuentran las siguientes, aunque la lista puede ser mucho más extensa y el orden no es necesariamente este:
Heroína.
Cocaína.
Nicotina.
Metanfetamina.
Alcohol.
Benzodiacepinas.
MDMA (éxtasis).
Marihuana.
Inhalantes.
Todas estas sustancias pueden llevar a un consumo abusivo, pero los mecanismos por los que producen dependencia son distintos. Por ejemplo, unas generan mayor adicción desde el principio, mientras que otras no enganchan tanto cuando se prueban por primera vez, pero cuando se establece un consumo habitual son mucho más difíciles de dejar porque provocan un mayor síndrome de abstinencia.
Al final, al efecto de placer que se obtiene con el consumo en el inicio se contrapone un efecto de irritabilidad por no poder consumir, que se desarrolla posteriormente y se denomina refuerzo negativo. “El problema del refuerzo negativo es que crece exponencialmente con el tiempo”, subraya el portavoz de Socidrogalcohol. Es lo que sucede con las drogas que actúan indirectamente y, además, tienen una cierta naturaleza depresora, como los opiáceos y el alcohol. “Por eso, cuando queremos discernir qué droga es más potente para generar adicción, hay que tener en cuenta diversos factores: la diana molecular en el cerebro, el momento (inicio o consumo crónico), etc.”.
Nuevas drogas: mucho más potentes
El conocimiento de cómo y dónde actúan las drogas ha servido para desarrollar tratamientos para frenar la adicción, pero también para crear nuevas sustancias psicoactivas cada vez más potentes. “Si le damos un valor de 1 a la potencia de la heroína, resulta que, cuando llega el fentanilo, tiene 100 veces más potencia. Pero es que hay derivados del fentanilo, como el carfentanilo, que son 10.000 veces más potentes que la morfina”. Las consecuencias son devastadoras: menores cantidades de estas nuevas sustancias ejercen efectos más grandes y letales.
Esta tendencia va más allá del fentanilo y otros opiáceos y “se ha extendido a prácticamente todas las drogas”, según Rodríguez de Fonseca. Ya hay cannabinoides sintéticos más potentes que el THC del cannabis y psicoestimulantes mucho más fuertes que la cocaína o la metanfetamina, como por ejemplo la mefedrona o la metilendioxipirovalerona (MDPV), denominada droga caníbal. También se han generado análogos mucho más potentes a partir de los alucinógenos clásicos (LSD, psilocibina). “Incluso para los medicamentos que generan adicción, como son las benzodiazepinas, ahora hay un mercado ilegal en Europa que vende unas versiones mucho más potentes que, además, pueden producir mortalidad”.
En conclusión, “cada droga tiene su momento y su manera de apoderarse del individuo. Pero el patrón final de quien promueve su consumo y su venta ilegal o legal es conseguir una clientela fija que ya no puede vivir sin la droga”.
¿Hay drogas no adictivas?
En términos generales, se puede decir que los alucinógenos no son adictivos, pero esta afirmación requiere alguna matización. El LSD y la psilocibina, entre otros, distorsionan la percepción de la realidad y no actúan sobre el sistema de recompensa, por lo que no generan adicción, “pero las llamamos drogas de abuso porque pueden afectar a la salud mental y, además, el consumo de estos alucinógenos casi siempre va parejo con el consumo de alcohol y de otro tipo de sustancias”, resalta el experto.
Por otra parte, hay otras drogas que producen una sensación pseudoalucinatoria -de distorsión de la realidad y magnificación de los sentidos- y generan adicción al activar el sistema de recompensa. Es el caso del éxtasis (MDMA) y muchas otras anfetaminas.
コメント