Algunas superbacterias son resistentes a múltiples antibióticos, incluso a los de último recurso. La consecuencia más grave: 1 millón de muertes al año en todo el mundo. Te contamos qué bacterias son las más preocupantes y las propuestas científicas para hacerles frente.
Las bacterias más preocupantes por la amenaza que representan para la salud son aquellas que se han vuelto resistentes a múltiples antibióticos (multirresistentes) o, incluso, a todos (panresistentes). La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha actualizado la lista de patógenos bacterianos prioritarios correspondiente a 2024, compuesta por 15 familias de bacterias. El objetivo es centrar los esfuerzos en aquellas cuyo tratamiento es fundamental para frenar la propagación de resistencias a los antimicrobianos, que se calcula que causa la muerte de 1,2 millones de personas al año.
Las propuestas para acabar con estos microbios incluyen el buen uso de los antibióticos por parte de la población, pero también el desarrollo de estrategias terapéuticas más eficaces. Es en este punto en el que la comunidad científica realiza un trabajo riguroso y con una enorme dosis de creatividad porque las opciones terapéuticas se acaban y un futuro sin armas frente a las superbacterias es desolador
Las 15 bacterias prioritarias
Los patógenos incluidos en la lista de la OMS se dividen en tres categorías (crítica, alta y media) y son resistentes a diversos antibióticos, algunos de los cuales se consideran de último recurso.
Prioridad crítica
Acinetobacter baumannii resistente a antibióticos carbapenémicos.
Enterobacterias resistentes a cefalosporinas de tercera generación.
Enterobacterias resistentes a carbapenémicos.
Mycobacterium tuberculosis resistente a la rifampicina.
Prioridad alta
Salmonella Typhi resistente a las fluoroquinolonas.
Shigella spp. resistente a las fluoroquinolonas.
Enterococcus faecium resistente a la vancomicina.
Pseudomonas aeruginosa resistente a los carbapenémicos.
Salmonella no tifoidea resistente a las fluoroquinolonas.
Neisseria gonorrhoeae resistente a cefalosporinas de tercera generación y/o fluoroquinolonas.
Haemophilus influenzae resistente a la ampicilina.
Staphylococcus aureus resistente a la meticilina.
Prioridad media
Estreptococos del grupo A resistentes a los macrólidos.
Streptococcus pneumoniae resistente a los macrólidos.
Estreptococos del grupo B resistentes a la penicilina.
Propuestas para eliminar las superbacterias
El uso adecuado de los antibióticos es una medida fundamental para frenar el aumento de infecciones causadas por bacterias resistentes cuyo tratamiento es cada vez más difícil, con el consiguiente aumento de la mortalidad. Para ello, lo más importante es seguir a rajatabla las siguientes recomendaciones: utilizar los antibióticos solo para las infecciones bacterianas; nunca tomarlos sin receta médica; administrarlos durante el tiempo exacto indicado (no interrumpir el tratamiento aunque remitan los síntomas) y no saltarse ninguna dosis.
En la lucha contra las superbacterias también es esencial la contribución de la industria farmacéutica y la investigación básica y clínica. Tres investigadores expusieron recientemente los proyectos que están desarrollando en esta línea en un debate organizado por CaixaResearch, de la Fundación La Caixa.
Bacterias que vuelven a ser sensibles a los antibióticos
Daniel López Serrano, investigador principal en el grupo de Biología Molecular de las Infecciones en el Centro Nacional de Biotecnología (CNB) de Madrid, y su equipo han ideado una estrategia para recuperar la eficacia de los antibióticos que han dejado de funcionar por el aumento de las bacterias resistentes. “En nuestra búsqueda descubrimos una de las maneras que tienen las bacterias de mantener activa la maquinaria de resistencia a los antibióticos”, relata el científico. Concretamente, descubrieron una serie de moléculas que inactivan ese mecanismo. “En presencia de esas moléculas, las maquinarias de resistencia a los antibióticos -algunas, no todas- dejan de funcionar”.
A continuación, decidieron probar la eficacia de combinar esas moléculas que inhiben los mecanismos de resistencia con los antibióticos convencionales. “En presencia de estas moléculas que hemos desarrollado, las bacterias resistentes tienen las maquinarias de resistencia rotas y se convierten en sensibles” a aquellos fármacos que, en palabras de López Serrano, “están en el cajón cubiertos de polvo porque ya hay muchas bacterias resistentes a ellos”. De momento, sus resultados se encuentran en fase experimental y su posible uso clínico aún queda lejos, pero ofrecen un punto de partida para dar una “segunda vida” a los antibióticos convencionales. Esta posibilidad cobra pleno sentido si se tiene en cuenta que actualmente no se desarrollan nuevos antibióticos por diversos motivos, entre los que cabe destacar la falta de rentabilidad para la industria farmacéutica.
Transportar los antibióticos al interior de las bacterias
Otra propuesta interesante es la del grupo de Javier Montenegro, investigador principal en el Centro Singular de Investigación en Química Biológica y Materiales Moleculares (Ciqus), y profesor titular de la Universidad de Santiago de Compostela (USC). Se trata de una estrategia para transportar los antibióticos al interior de las bacterias.
Según explica este científico, de las dos clases de bacterias que existen, grampositivas y gramnegativas, estas últimas “suelen ser más problemáticas y causar infecciones más difíciles, pues tienen una membrana -una barrera adicional- que dificulta la entrega de moléculas [fármacos] en el interior de estas bacterias”. Estos microorganismos tienen mecanismos o dianas que también están presentes en las bacterias grampositivas y se pueden inhibir con antibióticos, pero esa barrera externa impide el acceso.
Montenegro y sus colaboradores han desarrollado un sistema de transporte alternativo a las estrategias actuales para conseguir que los antibióticos lleguen de forma adecuada a su destino y sean eficaces frente a las bacterias gramnegativas. En la actualidad, están investigando “si podemos utilizar antibióticos válidos en grampositivas también en gramnegativas y, por lo tanto, reposicionarlos o reutilizarlos, puesto que ya están validados y han pasado todos los filtros que tiene que pasar un antibiótico, que es un proceso largo y costoso”.
Desarrollo de vacunas preventivas
Otra opción para reducir los fallecimientos causados por bacterias resistentes a los antibióticos es actuar antes, es decir, evitar la adquisición de esas infecciones. El grupo de Mireia López Siles, profesora lectora e investigadora en el grupo de Microbiología de la Enfermedad Intestinal de la Universitat de Girona (UG), se ha propuesto obtener una vacuna frente a la bacteria Klebsiella Pneumoniae. En palabras de la científica, “es una de las tres especies que actualmente causan más infecciones resistentes a antibióticos”.
El proyecto se encuentra en la fase denominada “prueba de concepto, que quiere decir probar si lo que hemos pensado que puede funcionar realmente funciona a nivel de laboratorio”. Han diseñado ocho potenciales vacunas, las han probado con células en cultivo y han obtenido los resultados esperados. “Ahora hemos pasado a hacer ensayos en ratones, a los que administramos tres dosis de cada una de estas vacunas, les infectamos con Klebsiella pneumoniae y vemos qué vacunas funcionan”. El objetivo: encontrar una vacuna líder “que es la que se desarrollaría si tenemos éxito y una de las ocho va bien”.
De este modo, se reduciría el número de infecciones por esta bacteria, la necesidad de antibióticos y, lo que es más importante, las complicaciones y la mortalidad asociadas.
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