Alcanzar el equilibrio entre la vida laboral, personal y familiar puede parecer un imposible, pero se puede alcanzar. Para ello hay que organizarse bien y ajustar las expectativas procurando no caer en los errores más habituales y separando cada ámbito y contar con los imprevistos.
El equilibrio entre el trabajo y la vida personal es una tarea compleja que requiere tanto nuestra propia voluntad como la del entorno que nos rodea, tal y como recuerda a CuídatePlus Aitor Berástegui Peris, psicólogo en Eureka Benimaclet y miembro del Colegio de la Psicología de la Comunidad Valenciana. “La conciliación se debe conseguir a través de la reestructuración y reorganización de los sistemas, laboral, educativo y de recursos sociales, con el fin de introducir la igualdad de oportunidades en el empleo, variar los roles y estereotipos tradicionales, y cubrir las necesidades de atención y cuidado a personas dependientes”, comenta este experto en relación a la propia definición del término que suscriben distintos autores.
A su juicio, el primer paso es no intentar asumir la conciliación laboral como un reto exclusivamente individual porque “el contexto tiene mucha influencia en las posibilidades de conciliación y, aunque se van haciendo avances, siguen existiendo dificultades para alcanzar esa situación ideal en la que existan facilidades reales de desarrollarse en diferentes ámbitos: profesional, familiar, social, personal…”.
Con respecto a cómo conseguir un equilibrio entre la vida laboral y personal, Josselyn Sevilla Martínez, psicóloga del Instituto Psicológico Cláritas, aconseja ser conscientes del tiempo libre que tenemos después de nuestra jornada laboral, ya que muchas veces se intenta hacer más cosas de las que son posibles y eso genera frustración. “Lo más habitual es tener un horario de trabajo más o menos fijo, por lo que si lo marcamos en nuestro calendario o agenda podremos saber qué tiempo tenemos libre para introducir citas o actividades que queremos completar a lo largo de la semana”, recomienda Sevilla y prosigue: “Debemos intentar priorizar las actividades más importantes y que tienen menos flexibilidad, como por ejemplo una cita médica. Aquí es muy importante ajustar las expectativas y ser conscientes de la realidad en la que nos encontramos”.
Asimismo, esta experta insiste en la importancia de contar con los imprevistos que puedan surgir o el propio cansancio después del trabajo, así como tomar el espacio y tiempo necesario para realizar cada actividad con calma.
“La principal recomendación sería ajustar las expectativas a la hora de plantearnos todas las actividades que queremos hacer: Es muy importante tener momentos de ocio y tranquilidad, es decir, no olvidarnos que parte de nuestra vida personal consiste en cuidarse y descansar. Debemos preguntarnos si de todas las tareas que realizamos, estamos priorizando las más importantes y estamos teniendo en cuenta nuestro cansancio y bienestar”, detalla Sevilla.
Conciliación laboral: los errores más comunes
Para conseguir ese deseado equilibrio entre el trabajo y la vida personal hay que tener en cuenta una serie de prácticas y/o actitudes que lo dificultan. Un ejemplo de ello es el pensamiento de dar el 100% en todo lo que hacemos, reduciendo la vida al ámbito laboral dejando de lado otras facetas como la personal, familiar y social, tal y como señala Berástegui.
“La salud mental está influenciada por el grado en el que conseguimos alcanzar un equilibrio sostenible, que nos permita sentir que nos desarrollamos con seguridad en los ámbitos que consideremos importantes, y disfrutar de ello generando una autoestima saludable. Por tanto, si me exijo dar el 100% en mi trabajo debo asumir que no me quedará tiempo ni recursos para dedicar a mi familia, amigos, aficiones, descanso…”, aclara este psicólogo.
En su opinión, es necesario asumir las propias limitaciones como algo natural e inevitable, no como un factor que nos impide dar lo mejor de nosotros mismos en los distintos aspectos de nuestra vida. “Cuando el objetivo es imposible de alcanzar, lo más probable es que surjan en nosotros sentimientos de frustración e incapacidad, que no se corresponden con una valoración ajustada a nuestra realidad”, apunta.
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