Marian García, conocida como Boticaria García, nos explica qué podemos hacer para que nuestro cuerpo absorba mejor el hierro. Esto es clave, sobre todo, en personas que tienen anemia o niveles bajos de este nutriente.
La Organización Mundial de la Salud ha lanzado recientemente su primer marco integral para abordar el desafío de la anemia, un “grave problema de salud pública que afecta principalmente a lactantes, niños y adolescentes, así como a mujeres en edad fértil o embarazadas”, apunta María de la O Abío, del Hospital Universitario de Toledo.
“Es como una epidemia silenciosa que, por ser frecuente, a veces se normaliza, pero que disminuye de manera importante la calidad de vida de quien la padece”.
A escala mundial, se calcula que padecen anemia el 40% de los niños de 6 meses a 4 años, el 37% de las mujeres embarazadas y el 30% de las mujeres de 15 a 49 años.
La anemia es una enfermedad que se caracteriza por una disminución en la cantidad de glóbulos rojos o hemoglobina en la sangre. Estos glóbulos son los que se encargan de suministrar el oxígeno a los tejidos. La hemoglobina es la proteína rica en hierro que le da a la sangre el color rojo y al mismo tiempo permite a los glóbulos rojos transportar el oxígeno de los pulmones al resto del cuerpo.
Existen tres causas principales de la anemia:
Pérdida de sangre (hemorragia).
Falta de producción de glóbulos rojos.
Mayor velocidad de destrucción de los glóbulos rojos.
¿Cómo se trata la anemia?
El tratamiento de la anemia depende del tipo, la causa y la gravedad de la enfermedad pero los tratamientos van desde cambios en la alimentación, a la administración de suplementos, medicamentos o, en casos más graves, intervenciones quirúrgicas para hacer frente a la pérdida de sangre.
El hierro debe formar parte del tratamiento para la anemia ya que el cuerpo utiliza el hierro para fabricar la hemoglobina, una proteína de los glóbulos rojos que transporta el oxígeno de los pulmones a distintas partes del cuerpo, además de la mioglobina, una proteína que suministra oxígeno a los músculos. Pero hay veces que, por diferentes motivos, cuesta absorber el hierro. Cambios en la alimentación o suplementos adicionales: aumentar el consumo de hierro (a través de alimentos como las espinacas u hortalizas similares, lentejas, garbanzos, frutos secos o cereales y pan), de vitamina B12 (presente en los huevos, carnes y pescados), de ácido fólico (gracias al pan, la pasta, las judías o los plátanos) o de vitamina C (que se encuentra en los kiwis, las fresas o el melón).
Pero a veces esto no es suficiente ya que el cuerpo no absorbe bien el hierro. ¿Por qué? ¿qué diferencias hay entre el hierro animal y el vegetal? ¿cuál es mejor? Como explica Marian García, conocida como Boticaria García, “el hierro que viene de los alimentos animales, como el pollo o el pescado, se absorbe entre un 10 y un 35%, por contra, el que viene de los vegetales, como las lentejas o espinacas, solo se absorbe entre un 1 y un 20%”. Por eso, es más recomendable el primer tipo que el segundo. ¿Por qué ocurre eso? El hierro de origen animal, es el denominado hemo, que “al avanzar por el aparato digestivo no sufre agresiones y se absorbe mejor”.
Por otra parte, el hierro no hemo, el que produce de los vegetales, “va más desprotegido y se puede ir deteriorando y perdiéndose poco a poco antes de ser absorbido”.
Consejos para absorber el hierro
Para potenciar la absorción de hierro no hemo, es decir el que viene de los vegetales, Boticaria García aconseja tomarlo con fuentes de vitamina C, como los cítricos (naranja, mandarina, kiwi o limón)”.
Por otro lado, se aconseja evitar “té, café o vino porque estos productos tienen compuestos que pueden reducir la absorción de hierro”.
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